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Encuentro reflexivo
La Energía que se queda, papá.
La Energía que se queda
Aveces sútil, casi imperceptible, otras veces tan intensa que pide como sea salir del cuerpo.
Esta energía que se siente ante la ausencia, pero que sabes que marca una presencia, la energía que se queda es todo eso que en vida se comparte. Lo que ya no encuentra un reflejo pero que ha trascendido el tiempo y el espacio y me une a ti, hoy que no te veo, pero sí te siento.
Y no es que te busque en algún lugar de este mundo porque sé que te llevo en cada enseñanza, cada lágrima o risa, cielos que nos comunican como lo hace el arte en la tierra, letras de libros, canciones que se tararean, objetos que traen impreso su propio mensaje, ese que se hace nuestro; aunque debo aceptar que un abrazo no estaría nada mal, sobre todo cuando las cosas no marchan como quisiera o la alegría de alguna celebración estalla.
Ese lenguaje que ha trascendido, que tiene significado porque lo entiende un hijo, porque lo dejo un padre y contribuye a esa energía que se queda, que flota, que transporta, que lleva y que trae, que va más allá de las creencias porque nos conecta. Ese lenguaje tan de padre, tan de hijo, es ese que indica el AMOR presente que fue, que ha sido y que siempre será.
Esa energía que se queda y que brota con recuerdos en fechas importantes y permite agradecer lo otorgado. Vivir una lágrima tal vez, tras la añoranza, pero sobre todo reir, sentir orgullo y satisfacción por los minutos en que las palmadas se sintieron y eran símbolo del apoyo que un padre puede dar un hijo.
Esa energía que se queda que dolió por momentos, o causó enojo otros tantos, pero siempre indicará la semilla de la vida, la protección y la seguridad otorgada. Esa energía que trasciende porque se vive y se honra.
En esta fecha respiro esa energía, le dejo salir, la vivo y la honro, porque haciéndolo te encuentro en donde estás, en donde siempre has estado, en mi corazón; y con esta energía que has dejado en mi vida, enriquezco la propia, que lleno con otras, que comparto con otros y que siempre marca mi dicha de vivir.
Al final y como dice Jorge Drexler, “yo sin embargo siento que estás aquí, desafiando las leyes del tiempo y de la distancia”. Gracias papá.