TAMBIEN ENSEÑEMOS A LOS NIÑOS A SENTIR

Liz Kanno / Especialista en bienestar integral.

La educación emocional es también una parte muy importante para el desarrollo de nuestros hijos, quizás más importante que la educación académica en la que nos hemos enfocado tantos años. Nos preocupa que los niños aprendan a sumar y restar, a memorizar datos históricos, a escribir, a conocer acerca de las grandes ciencias, a que desarrollen habilidades en el deporte, pero al final si no se conoce a si mismo tendrá mucho más dificultad para sentirse bien en su entorno, en sus relaciones, en su trabajo, y sobre todo consigo mismo.

La educación emocional nos ayuda a a reconocer lo que sentimos, cómo lo sentimos, qué necesitamos, cómo podemos expresar lo que sentimos, cómo transitar esas emociones, aprender a regularlas y tener alternativas para sentirnos un poco mejor, a pesar de cualquier circunstancia que estemos viviendo. También la educación emocional nos permite reconocer el sentir de los demás, y con ello ser empatico, comprensivo y respetuoso con los procesos de quienes nos rodean, además de acompañarlos en una forma más funcional y sana.

Pretendemos enseñar a nuestros hijos a pensar y razonar sin antes enseñarlos a sentir sus emociones conscientemente, siendo que las emociones son reacciones biológicas necesarias para la supervivencia, así como respirar, comer y dormir. Las emociones son energía en movimiento que nos brinda información valiosa y primordial para darnos cuenta de cómo estamos percibiendo e interpretando una situación, y cómo podemos responder ante eso que nos pasa de la mejor manera posible.

Las emociones y las sensaciones son la forma en que el cuerpo nos comunica acerca de lo que necesitamos, y aunque estamos sintiendo todo el tiempo, la mayoría de las veces no nos damos cuenta de esas emociones y sensaciones, y tampoco somos conscientes que estamos reaccionando y decidiendo desde esas emociones. De hecho tenemos muchas instrucciones heredadas sobre NO sentir las emociones:

“No llores” “No pasa nada” “No te enojes” “No tengas miedo” “Los niños no lloran” “No estés triste”… y así tantos condicionamientos que recibimos en nuestra infancia y luego repetimos con nuestros hijos, sin darnos cuenta que seguimos limitando una necesidad de todo ser humano de sentir y expresar sus emociones, es tan importante contactar conscientemente con ésta reacción natural y espontánea de nuestro cuerpo.

Enseñemos a nuestros niños también a sentir conscientemente, a darle nombre a eso que sienten, a validar lo que sienten y cómo sacar esas emociones, sin lastimarse ni lastimar a los demás. Recordemos que si reprimimos las emociones y no las atendemos, finalmente se afectará también nuestra salud física: “el cuerpo expresa lo que la boca calla”.

SIEMPRE ESTÁ BIEN SENTIR LO QUE SIENTO.