MAMÁS MALABARISTAS

Vamos y venimos siempre con ellos…

Maternar no es cosa simple, quienes lo hacemos lo sabemos, además lo hacemos de muy distintas maneras. Hace tiempo que vengo leyendo y escuchando que el respeto debería venir desde nosotras y para nosotras y entender que somos tan diferentes que las fórmulas para hacerlo de la forma perfecta son inexsistentes, deberíamos mejor pensar que son variadas y cada hijo tiene a la mamá perfecta.

Este fin de semana tuve la oportunidad de acompañar a mis hijas a una competencia de ballet y fui testigo de cómo las mamás somos capaces de “estirarnos”en nuestras posibilidades y salirnos todo el tiempo de nuestra zona de confort para ayudar, guiar, alimentar, soportar y acompañar a nuestros hijos; mención aparte se merecen los papás que también están y jalan parejo, los que pueden darse la oportunidad de colaborar porque los hijos también son de ellos. Pero en esta ocasión reflexiono en las mamás que tienen hijos dedicados a disciplinas extraescolares específicas que logran que hagamos malabares.

Seguro me entiendes porque también has andado corriendo de un lado a otro y no quiero imaginarme cuando los hijos con su particularidad toman clases distintas. Hacer la tarea rápido para alcanzar a llegar a la clase, o llevarse las tareas a los lugares de entrenamiento para hacerla a ratos. Acudir puntuales a las clases extras cuando están preparándose para ir a competir, o dormirse tarde por la misma causa. Y claro, que los hijos dan su mejor esfuerzo, están ellos directamente involucrados en estas actividades, pero sólo las mamás de estos niños que explotan distintas capacidades de su ser sabemos lo que es estar no detrás, sino a un lado de ellos experimentando los nervios, las frustraciones, las porras y las satisfacciones.

Levantarse a horas de madrugada, viajar, hacer maletas, cargar maletas (claro los hijos ayudan) preparar vestuarios o ropa de competencia, no descansar, conseguir comida en otros lugares y llevarla a donde los hijos están, sentarse en el piso y buscarse un lugarcito para relajarse, estar de pie por horas, dejar a otros hijos en casa para acompañar al otro… y no, no es queja porque la verdad es que esto es ser mamá (y estoy segura que hablo por todas), lo hacemos con gusto y con orgullo, porque maternar es soportar y coleccionar momentos en esta vida que se nos quedarán sellados para siempre.

Le dedico estas líneas a mi mamá que siempre estuvo en esas condiciones, a las abuelas que siempre están apoyando a las ahora mamás y a sus nietos también. A las mamás que como yo damos mucho para que nuestros hijos cumplan sueños, se desarrollen y encuentren motivos de alegría, gozo y crecimiento en su vida y a los hijos que han decidido hacer de su vida algo más que sólo integrar lo académico (que no está nada mal y sé que hay circunstancias) porque persiguen sueños, porque saben que no todo es confort, porque aprenden y enseñan que para llegar a una competencia o exhibición artística hay que trabajar arduo y dan lo mejor de sí.

Hoy le aplaudo a las mamás que van y vienen y comparten lo mejor que tienen, su tiempo para vivir al lado de sus hijos experiencias que enriquecen, las felicito porque empujan, porque ayudan al crecimiento no sólo de la familia sino de la sociedad y porque no se rinden.

En la vida se coleccionan momentos ¿Qué momentos coleccionas tú al maternar?

Que hoy y siempre te busques, acerques y ENCUENTRES con tus hijos en amor.