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CINECOMENTARIO FILMANÍA
JOKER: LA ÚLTIMA CARCAJADA
Por Héctor Becerra Delgado
¿Cuándo fue la última vez que una película de la cartelera comercial causó tanta polémica? Es probable que cuando leas estas líneas ya hayas comentado o discutido acerca de Guasón (Joker, 2019). Cuando en 2017 se anunció su rodaje, dos elementos llamaron mi atención: Joaquin Phoenix en el rol protagónico y Todd Phillips en la dirección. Phoenix es versátil y comprometido en cada cinta en que participa, así que la elección se veía prometedora. Phillips es un cineasta especializado en comedias irreverentes y burdas como Todo un parto y la taquillera trilogía ¿Qué pasó ayer? Semanas después de su estreno, se sigue hablando de Joker. ¿A qué se debe este fenómeno?
Antes de abordar Guasón debo señalar que existe una enorme diferencia entre el gusto personal y la apreciación cinematográfica. El primero es individual y se basa en nuestras preferencias: tenemos el derecho a expresar si una película nos agradó, molestó o resultó indiferente y podemos hacerlo sin dar mayor explicación. Por el contrario, opinar acerca de un filme requiere fundamentos: ¿qué tanto conocemos de cine, sus elementos formales, sus géneros? ¿Qué es lo que evaluamos? ¿Cuáles son nuestros parámetros para afirmar que una cinta es buena, mediocre o mala? Con Joker las redes sociales hicieron evidente que muchas personas confunden su gusto personal con la apreciación.
Guasón inspira al público y la crítica a hablar de sus mensajes, algunos de ellos contradictorios. El detallado desarrollo de Arthur Fleck como personaje con incontinencia emocional contrasta con la débil exposición de la crisis de Ciudad Gótica. Joker conecta de manera forzada la agitación social con la figura quebrada de Arthur: las masas lo adoptan como símbolo y él acepta el rol. La violencia como camino para exigir seguridad y movilidad económica ha sido necesaria en muchos momentos históricos. Guasón equipara las protestas sociales con la inestabilidad mental de un hombre. ¿Los líderes revolucionarios son desequilibrados? Eso sería sobajar a las sufragistas que lucharon para que las mujeres pudieran votar. ¿Y los terroristas que matan por una causa? En varios puntos de la trama, Joker se muestra como denunciante de la desigualdad: millonarios indiferentes a los reclamos sociales ven una función de gala de Tiempos Modernos, cinta de Chaplin que expone la explotación laboral, mientras multitudes protestan en las calles contra la pobreza e inseguridad. Lo sabemos de antemano: el heredero de una gran fortuna se convertirá años después en un vengador enmascarado con recursos económicos que empleará para vengarse simbólicamente de quienes, en medio de las protestas, mataron a sus padres.
Joker emociona y genera catársis en el espectador. Muchos nos identificamos con Arthur y sus problemas mentales, económicos o los abusos de los que es víctima de manera sistemática. La violencia gráfica genera risas de complicidad en la escena con Randall y el enano Gary, pero el filme cede a las limitaciones de origen del Batman de Bob Kane, creado en 1939. Guasón humaniza a Arthur Fleck y generaliza a las multitudes. La cinta carece de escenas que expongan los aspectos que han llevado a Ciudad Gótica a un tenso y volátil clima social. Es conservadora.
Entre referencias cinematográficas y escenas redundantes e innecesarias, Joker parece innovar pero solo refresca un poco al mayor rival de Batman. El filme combina superficialmente salud mental, maternidad, traumas infantiles y la violencia como camino para el cambio. Su discurso es confuso, complaciente en el fondo. Guasón es de lo más rescatable de las cintas recientes basadas en personajes de DC Comics, pero está desarticulada en su propuesta. Joaquin Phoenix une las piezas.
Aunque la película toma elementos de las novelas gráficas más aclamadas de Batman (The Dark Knight Returns, 1986; Batman: The Killing Joke, 1988; Arkham Asylum: A Serious House on Serious Earth, 1989, por citar algunas) se queda corta en sus alcances. ¿Lo mejor de Joker además de Phoenix? Que nos ha puesto a reflexionar, nos guste o no.