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SÓCRATES COBOS: LA PRÁCTICA CULTURAL DE INTERVENCIÓN COMUNITARIA DESDE EL SENTIDO COMÚN

Por: Prometeo Murillo
Gerente General de la Orquesta Filarmónica del Desierto, Coahuila de Zaragoza

En la lluvia pondré mi corazón de Rock n’ Roll / y cuando me llene el cuerpo de anfetas y de alcohol / querré alguien a mi lado que me recoja al caer / así nena tendré suerte de llegarte a conocer.
Rock ‘n’ Roll Star; Loquillo y Los Trogloditas

CORAZÓN DE ROCK N’ ROLL

Sócrates Cobos falleció este miércoles 30 de enero. El rencoroso cáncer lo espero a la salida de un largo periodo en que creímos -o nos hizo creer- ya no se presentaría. Sin duda su enfermedad definió su personalidad de sus últimos años. Él sabía que, si no era el cáncer, sería la monotonía lo que lo mataría. Así que se puso a vivir. Dedico este breve texto a su amistad y le reitero mi respeto y cariño.

Yo lo conocí en ese segundo aire. De pronto estaba ahí. Parado a mi lado observando las acciones de la Secretaría de Cultura (en esa época yo era subdirector de Relaciones Públicas de la Oficina de la Titular) haciendo sus agudas observaciones; a veces críticas, a veces halagadoras, pero siempre constructivas. Con una jiribilla final que me invitaba a pensar, más profundamente, sobre lo que decía y la promesa de que lo volveríamos a conversar.

Como miembro del Colectivo MORELEANDO, de vuelta al centro, uno de los más exitosos proyectos ciudadanos que se tenga registro en Torreón, Coahuila, cumplió una labor de acercamiento que llevó a la compresión del movimiento desde algo más allá que la reactivación de un sector urbano con fines comerciales.

El enfado irracional era la moneda de cambio de más común circulación en esos días, y Sócrates se presentaba como promotor independiente capaz de dialogar y ver, con ánimo de aprendizaje, incluso de la experiencia institucional, con la que no siempre congeniaba.

Tuve la oportunidad de ser su amigo, pues tuvimos muchos temas en común de qué hablar: gestión cultural, festivales urbanos, intervención comunitaria, reapropiación de espacios públicos, movilidad urbana, desarrollo sustentable… pero invariablemente acabamos hablando de lo mismo: conciertos de rock.

Podíamos protagonizar perfectamente el diálogo de un patio escolar presumiendo uno al otro en qué conciertos o a qué míticos rockeros habíamos visto en vivo. En qué ciudad y cómo había sido la travesía hasta el lugar. Y si se nos agotaba el parque, uno siempre podía echar mano del “tengo un amigo que me contó…”.

Con Sócrates Cobos y las charlas sobre conciertos y festivales me di cuenta de la casi enfermiza obsesión que algunos tenemos por las masas de gente ¿hay algo más hermoso que verlos saltar todos juntos, coreando una misma canción? Sin duda es un canon de la gran fiesta americana. En el fuero interno de Sócrates había un credo personal, el mismo que se canta en el Himno a la Alegría, el movimiento coral de la Novena Sinfonía de Beethoven, que a lo largo y ancho del Live Aid de 1985, en el Wembley Stadium.

MORELEANDO: EL CIUDADANO AUTO GESTIONABLE

En noviembre del año pasado, el movimiento Moreleando cumplió seis años y Sócrates no quiso pasarlo por alto. Convocó a un ciclo de conferencias que se realizaron en el auditorio del Museo Regional del Bosque Urbano Venustiano Carranza. Ahí se reunieron parte de los protagonistas del movimiento y contaron al público la gran aventura de la organización ciudadana.

Asistí. Viaje con recursos propios -cabe decirlo, la noche anterior fue el concierto de la banda del Noticiero 31 minutos, de Chile- hasta mi natal Torreón y esa mañana de noviembre me integré como público al ciclo de conferencias. Saludé a queridos amigos que hoy son fuertes activistas de los movimientos urbanos y me extrañé a la vez de no ver a varios de los fundadores de Moreleando.

Moreleando se gestó en el periodo en que yo dejé Torreón para venir a vivir a Saltillo; no pude más que seguirlo de lejos y coincidí apenas en tres ediciones. La experiencia, debo reconocerlo, es inspiradora. Yo que tuve la suerte de pasear por la rambla catalana, en Barcelona, España; o andar entre la gente que se apodera de la ciudad de Montreal, PQ en Canadá, durante sus festivales del verano. Ver Torreón encendido en furor ciudadano, conviviendo sin barreras sociales o atavismos de ninguna especie me hizo simpatizar en automático y desearles toda clase suerte. Como la mayoría de ellos, crecí en Torreón en los años de esplendor de la Avenida Morelos y en mi corazón llevo imágenes incrustadas sobre quién soy y de dónde vengo, en las que invariablemente aparecerán las viejas palmeras del camellón central.

Hablar de reapropiación de espacios públicos, hablar de ganar la calle para el ciudadano, hablar de intervención cultural comunitaria cobra sentido si un día tienes la suerte de ir a un Moreleando. Una calle que narra su propia historia a través de los ciudadanos.

RUN, ROCKER, RUN

Me acusaba de cambiar el rock por la música clásica, de hacerme un viejo prematuro que se agotó la energía en las fiestas de una revista cultural. De haberme estancado en la comodidad de sentar cabeza. Una mañana cumplió su promesa y vino a un ensayo de la Filarmónica del Desierto, en el Paraninfo del Ateneo. Ese día tocarían la Sinfonía Heroica, de Beethoven. Se fue pasmado. Un universo de después del rock se le abrió a los oídos. El amor después del amor, diría Fito Páez.

Prometió estar en el siguiente concierto de rock sinfónico que tuviéramos e incluso hablamos de la posibilidad de hacer uno en Torreón. Conectó con la idea, pero el escenario idóneo, para él, seguía siendo la calle, no un teatro. Quería ver masas de gente disfrutar de eso.

La mañana del 6 de noviembre fue la última vez que vería a Sócrates Cobos; el buen Perrín pujaba y perdía el aliento, pero no el ánimo. Conversamos varias veces por teléfono y aun en enero se comunicó nuevamente conmigo para proponerme un proyecto. Acepté.

Como todo un valiente se despidió de mí – “llegué al final del camino amarillo, mi buen”- dijo. Y me pidió que les dijera algo. Aquí les cuento.

LO QUE ME PIDIÓ SÓCRATES QUE LES DIJERA:

Un hombre que ha cobrado conciencia de su papel en la colectividad no lo olvidará ni en último día de su vida. Sócrates quería que los Coahuilenses, en especial los de la región de La Laguna, despertáramos conciencia sobre lo que es el cáncer, sus consecuencias como padecimiento en lo individual pero también en lo social. Y lo importante que es la prevención en este tema.

“Prom, tienes que cuidarte”, me dijo con serenidad. Y me contó de los proyectos rockeros para combatir el cáncer. Estaba estudiando la estructura de Fuck Cancer, una organización que se abandera mas bien como un movimiento y que realiza acciones de fondeo y divulgación a través de conciertos de rock. Estaba centrando sus breves energías en eso y visualizaba poder combinar dos aspectos que estaban marcado su vida, y su muerte.

Su mensaje es:

Hazte chequeos médicos regulares. El principal aliado del cáncer es la ignorancia, y hacerse exámenes médicos periódico para varios tipos de cáncer como el de piel, colon, próstata, cáncer de cuello uterino y mama, que son frecuentes en la población coahuilense, puede incrementar la probabilidad de detectar un cáncer precozmente, momento en el cual el tratamiento puede significar la curación. Tomemos este consejo muy en serio.
Habrá mucha más gente que conoció y honrará la memoria de Sócrates Cobos. Estén atentos a eso y conozcan más de su labor en lo individual y lo colectivo. Yo tuve suerte de llegarlo a conocer.

Descansa en paz, Rocker