Recuerdo vivo

Por: Ale Aguilar

Qué increíble es ver fotografías de las personas amadas que han fallecido y que el corazón sienta que siguen aquí, con nosotros en vida.

Hoy reflexiono sobre lo que vivimos, pasamos y sentimos quienes hemos atravesado un duelo; un amigo decía que sólo quien ha perdido a alguien sabe el dolor que se siente. Y sí, nos hermanamos en experiencias y podemos bien ponernos en los zapatos de los demás. Comprendemos cuando dice extrañarle, y entendemos las situaciones que está viviendo, pues hemos pasado por ahí; esas fases que dicen los que saben no se viven en orden, sino más bien como un camino ondulado, esas emociones que se van y regresan, de las veces que nos sentimos victoriosos por creer que hemos dejado atrás la tristeza de su partida al enterrarle o depositar sus cenizas, pero sabemos que viene un día que “caiga el 20” y entonces sí se viva el enojo o se toque con la tristeza profunda. Empatizamos cuando “no encuentra su lugar” y la confusión que llega porque mente y corazón no logran ponerse de acuerdo, uno lo necesita cerca y la otra cree tenerlo todo bajo control, comprando historias de quienes dicen “no te sientas triste”. Pero también y sobre todo sabemos que esas fases pasarán y después de lo llorado vendrá la calma.

“Un duelo no se brinca, se transita”. Quienes hemos pasado por ahí sabemos que un día se le da vuelta a la página, aceptando que no volvemos a ser la misma persona, pero si estamos dispuestos, sí seremos una mejor persona, pues al aceptar la partida nos reconstruimos porque volteamos a vernos a nosotros mismos sin el reflejo del otro. Nos vemos desde adentro y reconocemos nuestra luz, pero también nuestras sombras, entregamos al otro lo que le corresponde, lo que nos gustaba pero también lo que no nos agradaba, y sobretodo lo que no nos pertenece, desde el amor; ese amor que comprendemos NO SE VA, SE QUEDA DENTRO DE NOSOTROS.

Comprendemos que ellos, los que se adelantan en el camino, viven dentro de nosotros. Se quedan en las experiencias vividas, compartidas, mutuas.

Hoy desde mi corazón abrazo la valentía de quienes han atravesado un duelo aceptando cada fase, y celebro la resignificación que le han dado a la partida del ser querido, amándose aún más y aceptando transformarse en una mejor persona, más completa, más colorida y más llena de experiencias.

Hoy también me quedo con el recuerdo vivo de quienes ya no están, pero se han quedado porque forman parte del rompecabezas de mi vida, porque lo han enriquecido, porque me amaron, les he amado y les seguiré amando.

Hoy doy gracias porque caminaron junto a mí, y al hacerlo también me formaron.

¡Celebremos el recuerdo vivo!