Cuidando a quienes amamos.

Por: Brenda Macías, asesora patrimonial y financiera

Existen tres sucesos en la vida de las personas que seguramente pasarán, una es que algún quizás nos lleguemos a enfermar, y puede ser desde una gripa, una infección estomacal, hasta enfermedades más graves como un cáncer o de otro tipo, otra es que quizás lleguemos a envejecer y la última y que esa es segura y garantizada es que nos vamos a morir; sin embargo ninguna de esas tres cosas a las personas y muchos menos a nosotros como mexicanos nos gusta hablar.
¿Por qué? Sencillo, porque no nos gusta hablar de cosas dolorosas o tristes, y si bien es cierto, envejecer, enfermar o morir puede o no resultar en una situación difícil, dependerá el contexto en el que nos encontremos.
Imaginemos a una persona joven y con la vida por delante, pero que de un día para otro sufre un accidente y este o esta joven queda invalidada, ¿cómo será el contexto para ella o él? Y para su familia, pero imaginemos ahora que cuentan con los recursos para hacer frente y poder sacar adelante su situación médica, ya sea a través de un seguro de invalidez o de gastos médicos en el cual les permite enfocarse a la recuperación y atención para que la parte económica no sea problema y no tengan esa preocupación.
Pero ahora veamos el otro lado de la moneda ¿y si no cuentas con esa protección? si tu hijo o hija, familiar, amigo, amiga, prima, primo, vecina, no cuenta con ese respaldo que le pudo haber ayudado a salir delante de una situación tan difícil, no se tú, pero conozco varias historias de ambos lados de la moneda y créeme, hay una diferencia abismal entre preocuparte por la parte económica en una situación de salud o invalidez.
Les contaré la historia de esta persona llamaré Alberto, en el 2003 con apenas 23 años, un ángel se acercó a su vida a ofrecerle un seguro de gastos médicos, tiempo después Alberto fue diagnosticado con cáncer de colon, uno de los más agresivos, por milagro y haberse diagnosticado a tiempo y contar con ese ángel en su vida pudo solventar todos los gastos que ni él ni su familia hubieran podido pagar o con la misma calidad de atención que recibieron a través de la atención particular. Alberto hoy se encuentra sano y viviendo una vida plena y agradecida por haber tenido a alguien que le ayudara y sobre todo haber confiado en ser previsor de su salud.
El tema es que pensamos que porque nunca nos ha pasado, jamás sucederá, pero repito, algún día envejeceremos, enfermáramos o moriremos. Y si tenemos familia, hijos, hijas, esposa, esposo, ¿Quién depende de mí o de ti económicamente? Si en este momento no estuviera, si falto, como recupera mi familia la calidad de vida que yo les doy si soy proveedor o proveedora. No hay que dejarlo a la suerte, o al día a día, el amor también se demuestra cuidando en la forma que brindamos tranquilidad y seguridad a nuestros seres queridos, siendo previsores.