EXIGENCIAS CONSTRUCTIVAS PARA NUESTROS HIJOS


Por: Gaby Aguilar (Psicóloga Gestalt Infantil)

La opinión popular es que los padres deben forzar a los niños a hacer cosas que no quieren (limpiar sus habitaciones, hacer la tarea…tocar el piano) A los padres de hoy en día se les ha dicho que mediante la exigencia lo único que se consigue es que los niños se enfaden y se sientan resentidos. Aparentemente, esta idea de la exigencia encierra una cierta verdad. Los padres que presionan demasiado a sus hijos, mediante un control rígido afectan negativamente la motivación del niño y con ello su capacidad para lograr el éxito.

​Desgraciadamente, la mala interpretación de este tipo de investigaciones y las propias experiencias de algunos padres han llevado a muchos de ellos a evitar ser exigentes con sus hijos, en vez de aprender a presionarlos de una manera saludable y apropiada (“no quiero que mis hijos pasen lo que yo pasé”) Muchos se van al extremo opuesto del “dejar hacer”, que ofrece a los niños muy poca orientación en todos los aspectos de su vida, pues al no haber limites y exigencias claras, generan confusión y por consiguiente ansiedad.

​Las exigencias resultan destructivas cuando se presiona a los niños de un modo negativo, agresivo, dominante y ofensivo (sin empatía, sin validar sus emociones, insultando sus capacidades, resaltando errores, etc.) esto provoca que los niños se sientan amenazados.
​El problema radica en cómo presionar, no en si se debe hacerlo o no.

​Las exigencias constructivas tienen como objetivo impulsar a los hijos para que pasen a la acción: fomentan su desarrollo, lo empujan a abandonar la zona de confort para explorar y asumir riesgos, promueven el éxito. Implican ejercer influencia sobre ellos para que hagan suyos valores, creencias y actitudes que los adultos consideramos fundamentales.

1. Somos un modelo para los hijos: el niño observa nuestras expresiones emocionales y estrategias para resolver problemas, y copia conductas.
2. Les enseñamos proporcionándoles información directa, instrucción y orientación sobre valores, creencias y comportamientos. Esto incluye hablar con su ellos de lo que valoramos y compartir con ellos sus perspectivas acerca de la vida, la familia, etc.
3. Los adultos administramos el entorno y actividades de nuestros hijos: relaciones con amigos, actividades, experiencias culturales, pasatiempos. Esto, con el fin de que reflejen los valores, actitudes y comportamientos que queremos que adopten.

Es importante considerar:
• Que a veces es preciso ordenar enérgicamente a hacer algo que el niño no desea hacer.
• Presionarse a sí mismo: saber qué es lo que desea para su hijo, liberarse de la carga emocional de su propia educación y hacer cambios necesarios al respecto.
• Dejar de ser rígido: abrirse al cambio.
• Brindar apoyo y despertar el interés de su hijo para que descubra aquello que lo hace feliz.
• Proporcionarle las herramientas para que pueda identificar:
“Soy querido, soy capaz, está bien intentarlo, soy responsable de mí, se vale cometer errores, puedo controlar las cosas cuando van mal, disfruto lo que hago y puedo cambiar”.