Un despertar diferente

Por Adriana Vargas

Muchas personas que me conocen, saben que soy una mujer tolerante, abierta, que no había escondido por mucho tiempo mi ideología social, mi afinidad con las causas de los más desprotegidos, que le apuesto a la cultura, a la educación y a mirar al otro como a uno mismo. Que he sido de izquierda, pues, toda mi vida.
Pero por alguna razón, en redes sociales y al menos en Facebook, preferí no opinar de esto por mucho tiempo. En mi papel como periodista traté de ser neutral en no dar opiniones desbordadas y después por mi trabajo en el gobierno municipal, también he preferido ser neutral. Y aclaro que en ambos lados de la moneda, siempre he encontrado la manera de dar lo mejor de mi misma.
Sin embargo, para mí el resultado de las elecciones de este 1 de julio representa un nuevo comienzo, una esperanza para México porque significa la posibilidad de cambiar el discurso: de hablar de la paz en lugar de la guerra, de tratar de enterrar la corrupción, aunque sea un mal tan enquistado, de hablar más de cultura y educación en términos reales, del respeto a la diferencia, de la tolerancia, de la equidad. De la libertad, pues, en todas sus manifestaciones.
No soy partidista, pero sí soy, si he de tildarme de alguna manera: rojilla. Una vez entrevisté a Elena y Poniatowska, profundamente emocionada en mis preguntas, ella me respondía tranquila, sonriente. Me platicó cómo se inició en el periodismo, y cómo aun proviniendo de una familia bien posicionada: “desde chica siempre fui rojilla, así como usted seguro lo es”, me dijo.
Con mis entrañables amigas universitarias cubrí la campaña de Cuauhtémoc Cárdenas en el 2000, conocí muchos periodistas y gente que lo apoyaba, que para nada era como ahora se trata de decir a los izquierdistas “chairos” o retrasados. En ese entonces conocí gente muy preparada, y como ahora, veo que el nuevo gabinete y mucha de la gente que rodea la propuesta de AMLO tiene una fuere trayectoria y bases sólidas, vamos, que no asusta para nada que nuestro país quede en manos de ellos.
Pero mi reflexión de hoy va más hacia lo siguiente: aprendamos a convivir con la diferencia de opiniones, lo digo no sólo en política sino en todo. Después de las elecciones del domingo he recibido muchos mensajes que llaman ignorantes y retrógradas a los que votaron por este resultado. Y con sorpresa, lo vi de gente que sé que me estima y yo a ellos.
Esto no podrá continuar por mucho tiempo. A fin de cuentas, calle a calle y mano a mano, hacemos que esta ciudad y este país se levante. Que los tiempos venideros sean eso: unión, no quebranto. Y me despido citando a la gran Mercedes Sosa: “quién dijo que todo está perdido, yo vengo a ofrecer mi corazón”.

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