CRISIS. UNA RESIGNIFICACIÓN DE NOSOTROS.

Por: Ale Aguilar

Platicaba con un amigo sobre la CRISIS, nos enfocábamos en la de los 40… (ups! Ya me eché de cabeza), pero sí. Habemos algunos contemporáneos o que ya las vivimos o que se encuentran inmersos en ellas en este momento, y si no, probablemente las vivirán. Y mi consejo sería que ojalá no las evadan, pues vienen a mostrarnos que las cosas como están ya no funcionan igual.
¿Qué cosas con las Crisis, verdad? Nos da tanto miedo primero aceptar que las estamos viviendo, y luego atravesarlas. Pero, ¿Cómo las reconocemos?, me ha preguntado alguien en alguna plática. Para mí es sencillo, cuando te preguntas si algo no está bien, o te preguntas si estarás viviendo una crisis, lo más seguro es que la estés viviendo. Sentimos que las cosas como están no funcionan. He visto amigos y conocidos actuar de distinta forma, (ni los expertos en salud emocional puede predecir el comportamiento de un ser humano ante la llegada de una crisis, lo dice Judith Viorst en su libro “El precio de la vida”), a algunos les da por estar de fiesta todo el tiempo, a otros les da por encerrarse y dormir. Otros podemos sentirnos ansiosos. Y aclaro: NO SOY DOCTORA, NI EXPERTA EN SALUD EMOCIONAL, te hablo desde la experiencia, la mía.
Comienzas por sentir que las cosas pueden ser de otra manera. Te haces preguntas de si lo que realizas te llena por completo. También tiendes a buscar cosas, personas, o situaciones que ahora no forman parte de tu vida. Si escuchas tu corazón, sabes que algo no está bien.
Es una crisis. BIENVENIDO a los cambios. Quienes nos encontramos en la mediana edad (también menciono que eso puede variar según la esperanza de vida de cada región) o vamos a entrar a ella, comenzamos a experimentar pérdidas, que son necesarias para crecer. Sin embargo, identificarlas primero y vivirlas después, nos pone en un punto de vulnerabilidad que nos hace darnos cuenta que atrás está quedando la juventud. Podemos, o no, estar cerca de convertirnos en “papás” de nuestros padres, además de nuestros hijos, y podemos también experimentar otra “adolescencia” a través de la que están viviendo realmente nuestros hijos. Queremos sentirnos tan vigorosos, que podemos incluso caer en exceso de actividad, con tal de demostrar que podemos todavía ser tan jóvenes como queremos vernos. Se nos ha vendido la idea de los que los 30’s son los nuevos 20’s, y los 40’s son los nuevos 30’s, y así le vamos restando una década a la edad, cuando la realidad es que ESTAR en donde ESTAMOS es lo mejor que podemos hacer por ayudarnos a nosotros mismos.
Perdemos de vista lo alcanzado por añorar lo que quedó atrás. Cuando podemos desde adentro analizar que los años sumados nos han colocado en el piso en el que ahora estamos, podemos sentirnos agradecidos y orgullosos de las experiencias que nutren nuestro presente.
Aceptarnos como somos y aceptar que lo vivido es el resultado de las decisiones que hemos ido tomando nos brindan la confianza para tener claridad en quienes somos y no en enfocarnos en la idea de que el reloj avanza y los desprendimientos son inminentes.
Una CRISIS nos sitúa siempre en la posibilidad de cambiar lo que ya no nos sirve, de resignificarnos a nosotros mismos, de reconciliarnos con el pasado o poner fin a acuerdos que ya no necesitamos. Pero como queramos verlo y experimentarlo, definitivamente después de una CRISIS, ya no volveremos a ser los mismos. La invitación de hoy a CRECER Y MEJORAR.