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El otro no me hace feliz
Por: Ale Aguilar
¿Qué de la otra persona me hace feliz? y ¿qué de la otra persona me hace infeliz?
Hoy reflexiono sobre lo que creemos que los demás nos dan para nosotros sentirnos “agusto”, “felices”, “en paz”. Pero tambien sobre lo que creemos que los demás hacen para nosotros sentirnos “aturdidos”, “frustrados” o creemos que podemos estar “sufriendo”.
Sí somos hijos, papás, hermanos, amigos, colaboradores, alumnos o maestros. Somos seres biopsicosociales y es muy importante mantener relaciones saludables, cuidarlas y contribuir para que éstas se den armoniosamente.
Sin embargo no podemos estar esperando que el otro llene “nuestra cajita” de todo lo que nosotros queremos y creemos nos hace falta para ser felices… de eso nos tendremos que ocupar nosotros mismos. Y para eso primero creo que tendrías qué preguntarte ¿qué me hace feliz? Si lo sabes vas por buen camino, pero si ni siquiera tú sabes qué de todo lo que vives, haces, piensas y con quienes te sientes cómodo, creo que es hora de buscar esa respuesta.
Cómo elijo vivir mi vida depende sólo de mí. La mayoría de las ocasiones en que nos sentimos desvalorizados, tristes, frustrados o enojados con otra persona es porque le habíamos dado expectativas que él no cumplió. Sin embargo ¿porqué habría de cumplirlas? Tal vez no le pase por su mente lo que estamos esperando que haga, o cómo deseamos que actúe. Y además, aunque es muy válido decírselo, si después de eso no hace lo que hemos pedido, tampoco es que esté mal. Entonces te invitaría a preguntarte, ¿Aún así quiero estar con esa persona? ¿Deseo formar parte de este grupo? ¿Me funciona pertenecer? Y ser muy sinceros con nosotros mismos, tabular cómo nos sentimos y tomar una decisión. Hacernos responsables nosotros de nosotros y no hacer responsable a alguien más de “nuestra desdicha”.
Eso es amor propio. Conocernos, sabernos bien o mal en distintas circunstancias o con distintas personas y RESPETARNOS.
La felicidad sí depende de mí. Soy yo quien decide cómo sentirse y quien al conocerse decide qué hacer y con quién. Me hago responsable de mí desde el amor que me tengo a mí mismo y luego lo comparto. Y qué maravilla poder vivir desde mi ser acompañada por otros seres que al igual que yo han decidido compartir TODO LO QUE SON.
Si me encuentro contigo estoy bien; pero si no nos encontramos, también estoy bien.