In Crescendo.

EL HOMBRE CON EL MEJOR TRABAJO DEL MUNDO

Por: Prometeo Murillo

Tengo el mejor trabajo del mundo. Si estoy infeliz es una falla de mi imaginación.
Anthony Bourdain

El hombre sin reservas
El suicidio es un acontecimiento desconcertante. Una locura en términos de humanismo. Sin duda el más duro acto que un ser amado puede hacerle a sus semejantes. ¿Cómo es posible que el hombre con el mejor trabajo del mundo termine de esta manera con su vida? Una vida a todas luces envidiable incluso por aquellos que en teoría todo lo tienen, pues en la práctica siempre les faltará algo, algo de lo que Bourdain le sobraba.

Anthony Michael Bourdain se constituyó dentro del imaginario de una sociedad destruida por el miedo al terrorismo y la guerra que trajeron los atentados de la Torres Gemelas de NY, en un prototipo de hombre sin fronteras; un hombre libre de ataduras que le impidieran hacer aquello que te hace ser feliz. Su fórmula era muy simple: viajar, comer, y volver para contarlo.

Sin reservas fue más que un programa de televisión sobre viajes y estilo de vida. Las profundas meditaciones, los indescriptibles encuentros, sus insospechados destinos, su arriesgada manera de comer, de viajar, de asomar la cabeza a culturas y lugares desconocidos, que distintivamente marcaban la línea de trabajo del chef y presentador neoyorkino, establecieron una conducta viral en la gente que trató siempre de homenajear su estilo personal en las redes sociales ¿Quién no sube a su Facebook una foto de esa comida exótica antes de llevársela a la boca? ¿Cuánta gente no descubrió lo divertida que puede ser la cocina, incluso para prepararse unos huevos benedictinos al estilo del último hotel en que te hospedaste?

II. Filosofía Bourdain: tu cuerpo no es un templo, es un parque de diversiones; disfruta el paseo.

Con el mismo espíritu que J. Cousteau se asomó a los océanos, y C. Sagan miró al Cosmos, Anthony Bourdain nos llevó de viaje a un universo humano al que, aunque todos tenemos acceso, pocos se habían abocado a mostrar: el fascinante mundo de la comida más allá de los restaurantes. Aportándole siempre el sentido de la aventura, de la interculturalidad, y por supuesto, el de un narrador de primer plano, como un periodista Gonzo que se convierte en protagonista de la narración misma.

Bourdain nos enseñó que la comida es el proceso de fusión con que los migrantes se integran a una sociedad que los recibe, los acepta y después hace suyas las recetas que con ellos traen. Que los convencionalismos sociales y las servidumbres no privarán al hombre de sus condiciones naturales y siempre amará comer abundante, exótico, tradicional; o comer grasoso, picante, amargo; Comer lo que el medio nos brinda y que, con base a eso, cada sociedad se inventa a sí misma, a través de lo que come y cómo lo cocina.

Su discurso hablaba sobre el hecho de que la Buena Mesa -esa que se escribe con mayúsculas- no es necesariamente aquella que se monta en los lujosos restaurantes de las capitales del mundo, sino que se puede encontrar en estanquillos callejeros, en casas particulares, en los picnics, en en cualquier lugar donde la gente se reúne a compartir la comida. Y que siempre habrá analogías culturales, fiestas y celebraciones, culto por los ingredientes y las tradiciones, y un largo etcétera que hará hombres y mujeres iguales al entrar a la cocina. Lo cito: Las comidas hacen a la sociedad y la mantienen unida en muchas maneras que son encantadoras, interesantes, e intoxicantes para mí -aseguraba Bourdain y sigue- El banquete perfecto o los mejores manjares ocurren en contextos que, frecuentemente, poco tienen que ver con la comida.

Su comprometida manera de observar el universo humano hizo que su toque personal de Sin Reservas fuera más allá de una experiencia de turistas: abordó temas como la pobreza en Asia y Latinoamérica, la injusticia a los migrantes, los efectos de la guerra, la marginación y los derechos y mejoras de trabajo para el personal de los restaurantes. Su último gesto altruista y solidario, fue su apoyo incondicional al movimiento #MeToo, de denuncia de abusos sexuales y que -técnicamente- inició con las declaraciones acusatorias de la actriz y directora italiana Asia Argento, quien fue una de las presuntas víctimas del poderoso productor de cine, Harvey Weinstein.

Es por todo esto que su deceso nos desconcierta, quizá con el mismo impacto con que hemos perdido a figuras enigmáticas a través del suicidio como los actores Robin Williams y Philip Seymour Hoffman. La partida de Bourdain quedará como un enigma, pues encierra un mensaje vacío y frío. Incongruente con su intensa manera de vivir, literalmente sin reservaciones, incluso para un último viaje, solitario e imprevisto.